
Contains spoilers
A través de anécdotas, Lumet, nos acompaña a quienes soñamos con hacer películas durante todo su proceso creativo, contándonos sobre la magia de hacer cine, con muchísima sinceridad y honestidad que no esperaba, lejos del ego de cualquier otro director que haya leído hasta hoy. Da crédito a su equipo, asume su lugar como director, pero siempre habla de la importancia de las colaboraciones.
Si hay algo que me voy a llevar de este libro es la parte humana de Lumet, la parte en la que habla del director como un mediador, como un protector de su equipo (el momento en que consuela a su DF cuando la imagen tiene un fallo que al final termina siendo irreparable). Eso hace un director, no solo hace una película, cuida a las personas que trabajan en ella.
El final no me esperaba, el último capítulo hecha chispas. No puedo explicar lo hermoso que es leer a un director, que lejos de cualquier pretensión, sí le importa el cine.
La novela corta principal y dos de los tres relatos me fascinaron. Tolstoy tiene este acercamiento a lo religioso que resuena mucho conmigo. Primera vez que leo algo de este gran autor y ciertamente no va a ser la última. Terminé emocionado por que la belleza de su prosa y esperando leer más de su pluma.
Dependiendo del crítico o ensayista, algunos capítulos brillan más que otros. Lastimosamente hay demasiados capítulos qué se limitan a simplemente reseñar la película a la que se dedica.
Finaliza con un recuento de los cameos de Hitchcock en todas sus películas, hermoso, fascinante y existencial ver el paso de la vida en un hombre. Este apartado me dejó con un saborcito a nostalgia por una vida que no fue mía.
Todas las fotografías son magníficas.